La luz del atardecer se filtraba por los ventanales del estudio mientras Valeria organizaba los últimos bocetos para la colección de primavera. Había pasado toda la semana sumergida en un frenesí creativo que la mantenía distraída de la ausencia de Enzo, quien había viajado a Milán para reunirse con proveedores.
Con los dedos manchados de tinta y el cabello recogido en un moño despeinado, se estiró en la silla y decidió buscar unos documentos de referencia en el archivo. Necesitaba revisar algunos diseños anteriores para mantener la coherencia en la línea.
—Debería estar por aquí —murmuró para sí misma mientras sus dedos recorrían las etiquetas de las carpetas en el archivador metálico del fondo del estudio.
Fue entonces cuando lo vio. Un folder azul marino, sin etiqueta visible, parcialmente oculto detr&a