Valeria observó con incredulidad la habitación. Una cama. Solo una maldita cama king size en medio de aquella lujosa suite que, en cualquier otra circunstancia, habría sido perfecta.
—Tiene que ser una broma —masculló, dejando caer su maleta al suelo.
Enzo entró tras ella, su rostro transformándose al comprender la situación. El error de reservación que les había explicado la recepcionista con excesivas disculpas era ahora una realidad tangible: habitación compartida o nada, en plena temporada alta en Milán.
—Dormiré en el sofá —declaró él con voz seca, señalando un elegante pero diminuto sofá junto al ventanal.
Valeria soltó una risa sarcástica.
—¿Con tus casi dos metros? Ni siquiera cabes ahí sentado.
El empresario italiano la miró con aquella i