El teléfono de Valeria sonó. Su pantalla todavía intacta, milagrosamente.
3:17 AM.
Inspector Morales.
Valeria contestó con mal presentimiento.
—¿Inspector?
—Señorita Hidalgo. Encontramos sus bocetos.
El alivio la golpeó como ola.
—¿Dónde?
—Ese es el problema. Están en posesión de Bianca Santoro. En su suite del Hotel Villa Magna. Ella dice que usted se los dio. Que son suyos. Que tiene documentación probando que ella los creó hace tres años en Milán.
—Eso es mentira.
—Lo sé. Pero ella tiene evidencia bastante convincente. Necesito que venga a la estación. Ahora. Con su abogada. Esto se está convirtiendo en caso criminal en ambas direcciones.
—¿Qué significa eso?
—Significa que o ella está mintiendo y cometió robo y vandalismo, o usted está mintiendo y cometió difamación y falsificación. Alguien va a la cárcel, señorita Hidalgo.
La llamada terminó.
Valeria se quedó mirando su teléfono, procesando.
Enzo se sentó.
—¿Qué pasó?
—Bianca tiene los bocetos. Dice que se los di yo. Que son suyos