Mundo ficciónIniciar sesiónEl sótano olía a concreto fresco y miedo. Valeria se sentó en el colchón improvisado, sus cinco hijos apiñados alrededor de ella como pollitos buscando calor, mientras arriba el equipo de Morales rastreaba al hombre que había intentado matarla.
El corte en su brazo—donde un fragmento de vidrio la había alcanzado—sangraba a través de la venda que Isabella había aplicado con manos sorprendentemente firmes. No era profundo. Nada que requiriera puntos. Solo otro recordatorio de que la muerte siempre estaba a centímetros de distancia.
Lorenzo no había dicho palabra desde que llegaron al sótano. Se sentaba apartado del grupo, su espalda contra la pared de concreto reforzado, mirando la nada con ojos que habían visto demasiado.







