Mundo ficciónIniciar sesiónAfuera de la villa, Morales se arrodilló junto a Enzo, quien seguía sentado en el suelo polvoriento, el auricular todavía presionado contra su oído como si estuviera físicamente conectado a él.
—Señor Costa. —La voz de Morales era firme pero no sin compasión—. Concéntrese. Todavía necesitamos rescatarlos. Su esposa y su hijo están ahí dentro con un hombre armado. Necesito que esté presente.
Enzo no respondió. Sus ojos estaban fijos en algún punto distante, procesando algo que Morales no podía ver pero podía reconocer: el momento exacto en que algo fundamental se rompía.







