Mundo ficciónIniciar sesiónEl hospital militar de Rabat olía a desinfectante y algo más profundo: miedo médico. Valeria había conocido ese olor demasiadas veces, en demasiados hospitales, después de demasiados ataques. Las cuatro de la mañana pintaban los pasillos en tonos grises, luces fluorescentes zumbando con electricidad cansada.
Sebastián caminaba tres pasos adelante de ella, guiado por una enfermera marroquí que hablaba francés rápido con un médico que los escoltaba. Valeria captaba palabras sueltas: stable, traumatisme, repos.
La UCI estaba en el tercer piso, una unidad pequeña con seis camas separadas por cortinas azules hospitalarias. Solo dos estaban ocupadas. Isabella era la de la esquina, junto a una ventana que daba al este, donde el amanecer todav&i







