Mundo ficciónIniciar sesiónValeria estaba paralizada en la terraza del hospital, el teléfono todavía contra su oído, la foto de Lorenzo durmiendo quemándose en su retina. La voz de Vincenzo regresó, más fría ahora, toda la calidez anterior evaporada.
—Tienes ocho horas, Valeria. Tick tock.
La llamada se cortó.
El amanecer sobre Rabat continuaba siendo hermoso, indiferente a la destrucción que se gestaba bajo su luz. Valeria bajó el teléfono lentamente, sus manos temblando de una manera que no podía controlar. Ocho horas. Mediodía. Un desierto a cien kilómetros al sur. Su hijo en peligro a mil kilómetros al norte.
No había tiempo para procesamiento emocional. No







