Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio del apartamento de Valeria parecía amplificarse con cada minuto que pasaba. Tres días habían transcurrido desde que decidió aislarse del mundo, apagando su teléfono y pidiendo a Lucía que le cubriera en la oficina. Necesitaba espacio, aire, distancia de todo lo que la estaba ahogando.
La luz del atardecer se filtraba por las cortinas entreabiertas, dibujando sombras alargadas sobre el suelo de madera. Valeria observaba el techo desde el sofá, con una copa de vino tinto a medio terminar sobre la mesa de centro. Su mente era un campo de batalla donde los recuerdos de Enzo y Alejandro se disputaban cada centímetro de sus pensamientos.
—Esto es ridículo —murmuró para sí misma, incorporándose lentamente—. Tengo treinta y dos años, no quince.
Se levantó y caminó descalza hasta la ventana. Madrid se extendía ante ella, indiferent







