Mundo ficciónIniciar sesiónEl cristal del vaso se estrelló contra la pared, fragmentándose en mil pedazos que cayeron como lluvia sobre el suelo de mármol. Enzo respiraba agitadamente, con los nudillos blancos y la mandíbula tan tensa que parecía a punto de romperse. La noticia que Marco acababa de darle le quemaba por dentro como ácido.
—¿Estás completamente seguro? —preguntó con voz ronca, intentando controlar el volcán que amenazaba con estallar en su interior.
Marco, de pie junto a la puerta del despacho, asintió con expresión grave.
—Lo siento, jefe. Mis hombres lo confirmaron. Alejandro ha estado rondando el taller de Valeria durante los últimos tres días. Hoy entró y lleva allí más de una hora.
Enzo cerró los ojos, intentando procesar la información. Después de todo lo ocurrido, después de las promesas, despu&eac







