El despacho de Valeria se había convertido en un refugio durante las últimas semanas. Las paredes de cristal, normalmente transparentes para el resto de la oficina, ahora permanecían veladas por las persianas que ella misma había bajado. No era casualidad. Necesitaba ese espacio para pensar, para analizar cada documento que había llegado a sus manos sin la mirada inquisitiva de nadie más.
Sobre su escritorio, varios informes financieros se desplegaban como un mapa de inconsistencias. Números que no cuadraban, fechas que no coincidían y, sobre todo, una firma que aparecía en documentos que Enzo nunca había mencionado.
—Algo no encaja —murmuró para sí misma mientras pasaba el dedo por una cláusula particularmente sospechosa.
El trato con Meridian Industries, la empresa rival que supuestamente había accedido a una fusión parcial, presentaba anomalías que no podía ignorar. Enzo le había asegurado que todo estaba en orden, que los términos beneficiaban