La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, dibujando patrones dorados sobre la piel desnuda de Valeria. Sentada al borde de la cama, contemplaba el teléfono entre sus manos como si fuera una bomba a punto de estallar. Tres llamadas perdidas de su padre y un mensaje que lo decía todo: "Sé lo que estás haciendo. Esto termina ahora."
El peso de aquellas palabras la aplastaba. Durante años había vivido bajo la sombra de su familia, acatando reglas no dichas, manteniendo las apariencias. Pero ahora, con Enzo dormido a pocos centímetros de ella, supo que había llegado el momento de elegir.
—¿Qué ocurre? —la voz ronca de Enzo rompió el silencio mientras se incorporaba, con el torso desnudo y el cabello revuelto.
Valeria le tendió el teléfono sin decir palabra. Él leyó el mensaje y su mandíbula se tensó visiblemente.
—Tu padre —no era una pregunta.
—Quiere verme hoy. Sabe lo nuestro, Enzo. Y conociendo a mi familia, esto no es solo