"Odiaba cómo me latía el corazón tan rápido solo porque me llamaba 'nena'", me dije, lo que me hizo detestar el sentimiento que albergaba ahora mismo.
Bueno, quizá mi corazón se acelera por sí solo y no por él. Seguí pensando hasta que una mujer con una falda lápiz color crema y una camisa blanca me interrumpió y me saludó: "Buenos días, señora. Me llamo Elora. Seré su guía hoy, señora". Estaba sumida en mis pensamientos; no supe cuándo entré en la boutique.
Un vestido largo, rojo brillante, ceñido al cuello, con un corpiño abierto, un poco cerrado pero con lazos, me llamó la atención. Fui directamente a echarle un vistazo; era cautivador y sexy.
"Me llevo esto", le dije a la señora.
"Está bien, señora, ahora mismo lo empaquetaré", dijo mientras le hacía una señal a alguien para que se llevara la ropa, lo cual hicieron.
Un fuerte ruido en la boutique me llamó la atención: una mujer de veintitantos años no paraba de gritarle a una de las guías.
"Quiero ver todas las marcas que acaban d