Después de varios días en la mansión, Caterina tuvo que salir de viaje por algunos negocios de la familia.
Esta vez no podía llevar a Guadalupe, por lo que, antes de marcharse, le dijo:
- Guadalupe, voy a salir unos días, pero no te quedas sola, Emma te acompañará. Cualquier cosa que necesites, puedes pedírsela.
- ¡Sí, abuela, no te preocupes! - Dijo la chica tímidamente.
- Bueno, ¡Me voy! Regreso en un par de días, procura no salir de lo que es la mansión. - Dijo la abuela Caterina como recomendación.
- No se preocupe, tendré precaución.
Ese día ya no hizo nada más que cenar e irse a dormir, siempre leía la carta que su abuelo le había dejado.
Le gustaba pensar que su abuelo recién se la había dejado, ya que no tenía la fecha en la que fue escrita, todo esto la dejó especialmente nostálgica.
Por otro lado, era la media noche cuando un Maybach se estacionó en la cochera, de él descendió un apuesto hombre joven, su semblante era cansado, tenía pocos ánimos de entrar, pero no podría de