Guadalupe se levantó de la cama y salió a toda prisa, pensando que tal vez podría aún encontrar a su abuelo; desafortunadamente, este tenía varias horas que se había salido de la mansión.
- ¡Guadalupe, mi niña! ¿A dónde vas? - Dijo Caterina al ver a la chica angustiosa.
- ¡Busco a mi abuelo! - Dijo Guadalupe, ansiosa.
- Hija, tu abuelo partió desde anoche, solo ceno y tuvo que irse.
A la señora Caterina se le estrujó el corazón al ver el cambio de semblante de la chica. Aún llevaba el uniforme con el que había llegado, era como si viera una pequeña que acababan de llevar al jardín de niños y que no quería separarse de su padre.
- Mi niña… Vamos, tenemos que desayunar y luego iremos al centro a comprar cosas para ti. - dijo tratando de distraerla.
- ¡No tengo mucho apetito! - Repondio la chica, aun mirando hacia el pasillo.
- ¡Anda, mi niña! ¡No te voy a dejar morir de hambre! ¿Qué explicaciones le vamos a dar a tu abuelo cuando venga? - Dijo Caterina lo primero que se le ocurrió al ver