Luego de que Teodore y Fátima pasaran su primera noche juntos, luego de 23 años, aquel hombre despertó, miraba el bello rostro de aquella mujer y no podía comprender cómo es que ella podía quererle, como si él no había hecho nada extraordinario.
De a poco, Fátima fue abriendo los ojos al sentir la mirada del hombre a su lado, un ligero rubor se instaló en sus mejillas, estaba desnuda, completamente desnuda, y a su lado, estaba el hombre por quien había rezado poco más de la mitad de su vida.
- Teodore… - Dijo Fátima casi en un susurro.
- Así suena mejor… ¿Ya vez como si puedes decirme así? – Dijo el hombre mirándole fijamente.
Ella lucía encantadora, aquel rubor que pintaba sus mejillas, le atraía a Teodore, pero no sabía cómo expresarlo, con su mano acarició la mejilla de su mujer, ella hizo un gesto de agrado. Por dentro se dijo, ¡Al demonio, si ya lo hicimos, que debería avergonzarnos! La atrajo hacia su pecho y la comenzó a besar, estaba seguro de que podría volverse adicto a ella