Valeria miraba el recipiente con las cenizas del abuelo Alberto y no podía evitar sentir una gran opresión en el pecho, ella misma se llenaba de nostalgia.
Él solo recordar la vida que llevó a lado de sus abuelos, el recordar la manera tan abrupta en la que su abuelo se fue.
- ¡Ay, abuelito! ¿Cuántas cosas cambiaron desde ese día que fuiste por mí a la escuela? – Dijo Valeria con nostalgia.
Valeria recordaba aquel día en el que su abuelo abruptamente llegó para llevarla a un destino incierto; de eso ya habían pasado 25 años.
Una aventura que la llevó a conocer a nuevas personas y que, desde que las conoció, nunca más dejó de verlas.
Hoy, regresaba Paloma y Aldo de luna de miel, aquella hija producto de su amor de juventud que tanto amaba y que en poco tiempo daría a luz, estaba comenzando su nueva vida, a ella si le había tocado una buena pareja, ella si había aprendido a reconocer lo que eran aquellos verdaderos destellos de amor.
Solo era cuestión de un par de meses para que, la reci