Aldo dejó a Enzo en brazos de su padre, sabía que Pietro pidió a su nieto; una, porque él extrañaba a su nieto, y dos, porque les estaba dando el espacio para hablar con Marco y Valeria.
- Papá, ¿Puedo dejar aquí a Enzo? Paloma y yo, tenemos que hablar con sus padres…
- ¡No te preocupes! Aquí cuido a tu hijo… Ya lo extrañaba… Ahora, vayan y pase lo que pase, por favor, traten de entender a tus padres, Paloma y, a tus suegros, Aldo. Si ambos están dispuestos a enfrentar cualquier cosa, yo los apoyo.
- ¡Gracias, Pietro! De verdad, gracias por lo que nos has dicho hoy… - Dijo Paloma al ver al hombre que tenía frente a ella.
Aldo tomó la mano de Paloma y juntos salieron de la habitación donde descansaba Pietro, Celeste, al verlos salir, pidió entrar a ver al padre de sus hijos. Obviamente, nadie vio inconveniente, por lo que la mujer rápidamente entró.
Al salir la pareja, Marco volteó y se percató de que Aldo llevaba de la mano a su hija, era evidente lo que sucedía, aunque lo que era más