Diana y Valeria caminaban por el pasillo, el silencio entre ambas era absoluto, llegaron donde estaba la máquina de café y Diana por fin habló.
- ¿Qué sucedió, Valeria? No entiendo muy bien la situación, pero si no me equivoco, ¿Esa chica era tu hija?
- Sí… - Dijo Valeria apretando los puños. – Y el chico que venía sosteniéndola de la mano era Aldo, hijo de Pietro.
Ante aquella declaración, Diana entendió lo que estaba sucediendo.
- Valeria… No sé qué decir…
- No hay mucho que decir… Es como si mi vida no pudiera deslindarse de los Pellegrini, ¿Acaso notaste algo diferente en mi hija?
- No… La verdad, solo puse atención hasta que escuché que abofeteaste a tu hija y Massimo habló.
- Mi… Mi hija ¡Está embarazada! ¿Acaso no era visible?
- Mujer… Te digo que estaba distraída, no vi nada…
- ¿Será que conozco a mi hija y no necesito ser un genio para saber quién es el padre?
- Valeria… Escúchame y escúchate… - Dijo Diana, poniendo sus manos en sus hombros. – Debes tratar de calmarte, tu hija