Paolo junto a Maurizio habían llegado a casa de Pierre. El joven, luego de mucho meditarlo, finalmente había aceptado convivir con su verdadero padre.
Aún recordaba el día que le planteó a Massimo aquella situación, ya que el joven estaba hecho un mar de nervios, no sabía cómo su padre reaccionaría.
Grande fue su sorpresa cuando vio que la respuesta era afirmativa. Massimo sabía que ese día llegaría, así que ya estaba mentalizado a que debía aceptar la realidad.
La sangre finalmente llama, aquello le había sucedido con Paloma y Marco, ya que, aunque este último se negaba a que ella conviviera con Massimo, la sangre al final los atrajo, así que la situación era casi la misma.
Para sorpresa de Paolo y Maurizio, Pierre no era nada parecido a lo que se habían imaginado, el hombre era amable y muy interesante.
Él siempre encontraba la manera de platicar con ellos, incluso, en los pocos días que llevaba en Francia, él había aprovechado cada instante para hacerlos sentir cómodos.
Pierre