Tras dos horas de espera, Luciano ya había trazado un camino invisible entre el ir y venir de sus pasos. Nadie salía a decirle nada, él solo quería saber que su esposa e hija o hijo estarían bien, era demasiado precipitado el que él bebe llegara en ese momento, incluso en el último chequeo, el o la bebe no se había dejado ver que iba a ser.
El hombre se notaba angustiado, el hombre se veía preocupado, no sabía qué pensar, qué más hacer, preguntaba a las enfermeras, pero la respuesta era la misma.
- “Debe esperar a que los médicos salgan y le den informes”
Tras unos minutos más, llegó Ángela corriendo con una maleta en el hombro, lucía un tanto desalineada, por la rapidez con la que intento llegar.
- ¡Luciano, querido! ¿Cómo están? ¿Qué te han dicho? ¿Qué sucedió? -dijo Ángela inmediatamente, llegando junto de él.
- ¡Nada…! ¡No me han dicho nada…! -dijo el hombre con angustia evidentemente marcada en el rostro.
- ¿Cómo de que no? Espera aquí, eres el padre, deberías estar en el nacimien