Si bien Luciano y Almendra ya estaban en Italia, si bien, Antonio les había regalado una casa donde vivir, los jóvenes hacían malabares para llevar, su vida en pareja, sus estudios y todo lo que conllevaba un bebe.
Luciano, no queriendo, había comenzado a trabajar con Moretti. Cualquiera creería que se iría al negocio familiar con Massimo D’Angelo, pero no, eso no era el estilo de Luciano.
Actualmente, el joven había preferido trabajar muy cerca de Moretti, teniendo como idea aprender todo lo que se podía de él, ya que a futuro él quería desarrollar una carrera como la de ese hombre y convertirse en juez.
- Luciano, estoy un poco cansada. ¿Te parece que vayamos a casa luego de la penúltima clase? -dijo Almendra caminando a paso lento.
- ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? ¿Qué, qué te duele?
- Solo estoy cansada y quiero ir a casa. ¿Podemos irnos ahora o en la penúltima clase? -dijo la chica tomando asiento en una banquita.
Sí, claro que sí, eso de tener 7 meses de embarazo, no era nada fáci