Marco, Valeria, Gio y los gemelos por fin llegaron a la que había sido su casa por alrededor de unos 15 años, casi toda lucia impecable, tal como lo habían dejado.
Gio corrió hacia su habitación, sus padres lo siguieron cargando cada uno a uno de los gemelos: Carolina, amorosa en brazos de su padre, y Alberto en brazos de su madre.
- ¡Extrañaba mi habitación! ¡Extrañaba mi casita! ¡Papá! – dijo Gio con evidente alegría.
- Dime…
- Debemos comprar una cama más grande, ya que Enzo va a venir y, tenemos planeadas varias pijamadas, esta cama no nos va a servir. – dijo Gio muy seguro de lo que pedía.
- ¡Ah, sí! ¡Vaya! No estaba enterado de tu agenda… - dijo Marco usando un tono irónico.
- Sí, papá, él necesita ponerse al día con la escuela, por lo que, como ya fue inscrito en mi misma escuela y salón, yo seré el responsable de ponerlo al día.
Así que debemos trabajar muy duro para que él se ponga al día y no se sienta solito, además ya habla español, pero un poquito. – dijo Gio enlistando la