Franco Amato hijo, finalmente se había despertado, solo para encontrarse con una terrible realidad, Leonardo podría parecer el hombre más indefenso dentro de la cárcel, ya que, para su edad, el juez Moretti había sido duro con el castigo y no había aceptado el arresto domiciliario. No después de conocer las atrocidades perpetradas contra Alessia Amato, quien, por años, vivió bajo la sombra de su abuelo y suegro, y que además este último fuera quien abusaba de ella.
Franco despertó y pudo sentir cómo el cuerpo le dolía, no recordaba bien lo que había sucedido, solo le llegaban vagos recuerdos de una riña en la celda, un dolor intenso a la altura del abdomen y ver sus manos manchadas de mucha sangre.
- Franco Amato, ¡Qué bueno que has despertado! Creíamos que ya se nos había adelantado… - dijo un oficial que lo vigilaba muy atentamente.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? – Dijo Franco tratando de moverse.
Franco intentaba levantar su cuerpo, pero este parecía que le había pasado un tren enc