- ¡Piensa Almendra! ¡Piensa! ¡Piensa! ¿Dónde demonios voy a dormir? – Decía Almendra al ver su situación, olvidando completamente al chico que tenía a su lado.
- Si gustas… Puedes dormir en mi apartamento… - Dijo Sebastiano mirando a la chica llena de preocupación.
- ¿De verdad? ¿Cómo es que confías en mí? Apenas y me conoces… - Dijo Almendra un poco nerviosa.
- Bueno, básicamente es mi culpa por la que te quedaste fuera, es lo mínimo que puedo hacer. – Dijo el joven un tanto apenado.
- ¿Mmm? ¡Dios! ¡Dios! ¿Qué hago? – Decía ella intentando analizar sus posibilidades. - ¡Al demonio! Está bien, solo porque tú prácticamente eres el culpable de que esté en esta penosa situación. ¿Dónde vives?
Sebastiano se sorprendió del cambio en aquella “indefensa” mujer.
- Mi casa queda a dos cuadras de aquí, podemos ir caminando. – Dijo Sebastiano, un tanto sorprendido.
- ¡Bien! Solo te digo una cosa, Sebastiano Di Stefano… Si intentas abusar de mí, no te seré una presa tan fácil, sé escabullirme y pu