Valeria y Marco llevaban una vida tranquila, claro, con sus complicaciones al tener gemelos, pero nada que no se pudiera solucionar sin tanto escándalo.
La mujer ya estaba regresando a su negocio de las joyerías, todo marchaba viento en popa, los fines de semana procuraba no trabajar para poder seguir avanzando en su lista de lugares a visitar con su abuelo y su familia.
Para Valeria, la vida no podía ser más que perfecta.
Su esposo poco a poco iba bajando la guardia con Aldo, por lo que los momentos de convivencia eran cada vez más amenos.
Gio era un niño cada vez más grande e inteligente. Ya no era su bebe, ya no era su muñequito, era un niño grandote que poco a poco iba mostrando signos del carácter de su padre.
Enzo, por su lado, poco a poco iba mostrando otro tipo de gustos, lo que hacía que los niños, de vez en cuando, ya no estuviesen juntos.
Carolina y Alberto iban creciendo y cada día se iban pareciendo más a su padre, al menos por parte de Caro, la niña iba mostrando rasgos