CAPÍTULO XLII
Necesito saber que está bien.

Necesito que esté bien.

Diosito, cuida de John.

Me detuve frente a un estrecho pasillo de hospital intentando adivinar cuál era la habitación donde estaba mi profesor. Debía pensar rápidamente antes de ser alcanzada por el guardia de seguridad.

─ ¿Emmy? ─giré sobresaltada hayándome cara a cara con la profesora Keire. Al tiempo también oí la voz del guardia pidiéndome detenerme, lo cual, era angustiante. Asustada me escondí detrás de la profesora, quien no dudó en ayudarme.

─Esa jovencita no tiene autorización para entrar a esta área.

─No se preocupe, viene conmigo.

─ ¿Segura? ─medio asomé el hocico por un costado y el guardia me fulminó con la mirada.

─Muy segura. Sentimos causarle molestias. Qué pena ─dijo ella y el sujeto tuvo que darse media vuelta y marcharse.

Mi corazón latía a millón, pero no importaba, todo fuera por ver a mi profesor.

─ ¿Más tranquila? ─me volvió a hablar.

─Sí ─sonreí nerviosa.

─A ver, tómate esta aromática ─me brindó en un vaso de
La Petrova

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