Mía
Cuando hablo de un viaje, me refiero más bien a una breve visita al pueblo vecino, que se encuentra a una hora de distancia de aquí. Stonehills es un pueblo famoso por sus formaciones rocosas, las cuales son una auténtica maravilla digna de ser visitada, no solo por su ubicación, sino también por sus impresionantes acantilados.
Después de llamar por teléfono a Judith, me preparo para ir a ver a Natalie, James y yo saldremos antes, Jud está ocupada con papeleos pero me ha prometido que llegará más tarde.
Dejamos a Franchesca en la casa de Anne y después partimos hacia Stonehills. El viaje en coche no es muy largo y, con James a mi lado, sé que el viaje será de todo menos aburrido. Lo digo porque ha comenzado a contar chistes. Estoy muerta de la risa y, a la vez, sorprendida, ya que no conocía esa faceta suya. Pero lo que más me sorprende es cuando posa su mano en mi pierna mientras conduce, como si fuéramos una pareja. Desvío la mirada a la carretera por la vergüenza.
A lo lejo