Mía, propietaria de un exitoso club nocturno, se encuentra atrapada en una red de manipulación cuando Richard, un cliente habitual y astuto policía, le da un ultimátum: seducir a su hijo James para separarlo de su actual novia, o enfrentar la liberación de Roy de la cárcel. A pesar de las dudas, Mía acepta el reto, pero lo que comienza como un juego de seducción se convierte en un amor genuino e inesperado. James, por otro lado, esconde un secreto oscuro, uno que tiene el poder de alterar el destino de ambos. A medida que Mía se sumerge más profundamente en el mundo de James, se da cuenta de que el amor puede ser el juego más peligroso de todos. “Prohibido enamorse” es una historia de amor, misterio y elecciones difíciles, donde los corazones son las fichas más valiosas y el amor es el premio más incierto.
Ler maisRichard, un cliente habitual de mi club, ha pedido hablar conmigo en privado. Sorprendida, lo guío hasta una sala privada, donde las luces de colores bailan por toda la estancia al ritmo de la música. Allí, él toma asiento en una silla y yo, justo enfrente, me acomodo en sillón negro, con mi copa de vino en la mano.
—Niña —su voz es un susurro ronco—. Tu misión será seducir a mi hijo, enamorarlo y conseguir que rompa con su novia.Parpadeo varias veces, intentando procesar sus palabras ¿Enamorar a su hijo? ¿Qué tipo de locura es esta? Las palabras que acaba de pronunciar me ha dejado perpleja.—¿Y si me niego? —le pregunto, mientras observo cómo se sirve una copa—. Sabes perfectamente que mi situación económica es cómoda, si vienes a ofrecerme dinero puedes lárgate ahora mismo de mi club.—No se trata de dinero, pero si no lo haces, él saldrá de la cárcel —menciona con una calma que me hiela la sangre.—Lo que me estás exigiendo no es ningún trato, me estás obligando a enamorar a tu hijo, me estás haciendo chantaje y ¿Qué saco yo de todo esto? —estoy llena de rabia y el nudo de mi estómago es hasta doloroso.—Ya te lo he dicho, la tranquilidad de saber que él jamás saldrá de la cárcel.Miro a Richard a sus ojos implacables, y sé que estoy atrapada entre la espada y la pared. No hay escapatoria. Sus palabras provocan en mí una risa nerviosa. Incrédula, incapaz de asimilar lo que sucede dado que en mi mente es inconcebible de que este hombre con aspecto de bonachón sea capaz de obligarme a enamorar a su hijo.¡Yo! Precisamente yo, la mujer que jamás ha tenido una cita, ni una relación, que desconoce el arte del coqueteo, que jamás se ha permitido sentir amor.Sacudo la cabeza para centrarme otra vez en la conversación y pregunto:—¿Me has investigado? —susurro, aún sin poder creerlo.—¿Lo dudabas? Claro que te he investigado. Una mujer joven, que no tiene a nadie, que está completamente sola, con un club de prostitutas... Niña, déjame decirte que eres la mejor opción. Y con el miedo que sientes hacia ese hombre, al final, harás exactamente lo que yo te ordene.—¿Cómo has sido capaz de hacer esto? —Mi voz tiembla de ira—. Siempre has venido a mi club con tus compañeros, nunca me he inmiscuido en tus asuntos turbios, ¿y ahora vienes a amenazarme? Y que te quede muy clarito que esto no es un club de fulanas, es un club swinger.—Me da exactamente igual como lo llames, lo que tengo claro es que tú eres la elegida.Tras tomar otro sorbo de mi vino, dejo la copa encima de la mesa. De repente, la furia hierve mis venas, pero me contengo, no voy a permitir que mi ira se convirtiera en un espectáculo en mi propio club. Sin embargo, la tentación de borrar esa sonrisa de su rostro regordete es abrumadora. La situación es un claro ejemplo de que las apariencias pueden ser tremendamente engañosas. Frente a mí se encuentra el estereotipo de policía que uno ve en las películas, siempre con una caja de donuts en mano, incapaz de perseguir a un ladrón si su vida dependiera de ello. Pero ahí está él, sereno, sentado frente a mí, lanzando amenazas con una calma que desafía su apariencia.—Lo que quiero es simple —dice con una voz que destila manipulación—. Necesito que te infiltres en la casa de mi madre como si fueras una ladrona. Mi hijo estará allí; es casi seguro que te capturará y me llamará. Yo llegaré como el héroe que soy, te ofreceré un trabajo como si fuera la oportunidad de tu vida. Seré el benefactor que rescata a una desamparada. Y al tonto de mi hijo, lo convenceré para que te cuide. Quiero que pasen tiempo juntos, que te acerques a él, hasta que lo enamores.—Te odio —gruño con los puños apretados aguantándome para no darle un puñetazo.—No puedo romper una pareja, ¡es algo que va contra mis principios! —me muerdo el labio inferior, conteniendo con todas mis fuerzas el impulso de llorar.—Si puedes y, lo harás —su voz es firme—. Y si no lo haces, no solo verás tu negocio desmoronarse, sino que él saldrá de la cárcel en menos de un día. Y después, no pasarán muchas horas antes de que te encuentres en un callejón sin vida. Créeme, su odio hacia ti es tan intenso que no dudaría en matarte.Un escalofrío recorre todo mi cuerpo ¡Maldita sea! Sé que tiene razón, si él sale de la cárcel, lo primero que hará será venir a por mí.—Lo siento niña, en el caso de que salga todo mal y acabes muerta, nadie echará de menos a la propietaria de un burdel. Mañana por la noche dejaré la ventana abierta para que puedas entrar en la casa de mi madre. No me decepciones, niña, o lo pagarás muy caro —dice mientras se levanta del sillón y deja una carpeta encima de la mesa.—¿Qué es esto? —pregunto, tomando la carpeta con curiosidad.—Considera esto un pequeño empujón para conquistar a mi hijo. Sus gustos musicales, su comida favorita, todo lo que necesitas saber está aquí. En la última página encontrarás la dirección de la casa de mi madre y una foto del hombre que está tras las rejas. No quiero que olvides su rostro —dice encendiendo su desagradable puro antes de salir de la sala con una calma perturbadora.Poco después, salgo también, sosteniendo la carpeta firmemente y con el rostro pálido por la agitación. Atravieso la sala principal con pasos apresurados y subo las escaleras del fondo que conducen a mi despacho. Al entrar, la frustración se apodera de mí y comienzo a lanzar al aire todo lo que encuentro a mi paso, sin importar lo que sea.De repente, la puerta se abre de golpe y, entra Judith como un remolino, intentando averiguar que me ocurre.—¡Mía! ¡Cálmate por favor!—¿Qué me calme? Ese… ese hombre me está extorsionando —replico casi llorando.—¿El policía regordete que parece adorable? ¿El que estaba hablando contigo hace un momento?—Si, ese mismo. ¡Ahhh! Adorable dice, ojalá le caiga un rayo, lo parta en dos y se vaya directo al infierno ¡Qué enamore a su hijo! ¡Yo! Si soy una bruta —levanto las manos al cielo como si invocara una maldición.Judith me observaba con los ojos como platos, mientras camino desesperada por el despacho.—Espera... Espera... Cuéntame con detalle todo lo que ha pasado —me pide con urgencia.Minutos después, cuando Jud está completamente informada sobre mi situación, me lanza una mirada compasiva, algo que detesto profundamente.—¿Cómo se supone que voy a conquistar a un hombre? No soy la persona más adecuada para esto. No soy romántica, no creo en cuentos de amor y menos seducir a un hombre.—Mía, no es tan complicado como parece. Solo tienes que ser misteriosa y diferente. Ser distinta al resto. Deja que se quede con la intriga de conocerte más. Asegúrate de ser tú quien termine los encuentros y, lo más importante, consigue arrancarle una sonrisa.—Suena sencillo, pero no lo es —digo, mientras doy sorbos a mi botella de Whisky.—Mía, por favor, calma tus nervios. No es prudente que bebas en exceso, tomemos un momento para analizar la situación con serenidad y encontrar una solución. Pero antes, debo atender a unos clientes. Espérame cinco minutos, te lo ruego, no tomes ninguna decisión precipitada, te conozco bien.Jud abandona mi oficina con paso apresurado, dejándome sola con mis pensamientos. Me dirijo hacia el amplio ventanal que ofrece una vista panorámica de la sala principal del club, donde hombres y mujeres bailan con entusiasmo.Una idea absurda cruza por mi mente, visitar la casa de la madre de Richard para observar de cerca al hombre que tengo que conquistar.Y así, comienza mi nueva vida.Debo admitir que mi vida ha sido dura. Si echo un vistazo atrás, puedo decir que todo mi sufrimiento ha merecido la pena hasta llegar donde estoy. Recuerdo todo como si fuera ayer, las heridas han sanado, pero las llevo presentes en mi memoria. Cada desafío, cada obstáculo, ha sido una lección que me ha fortalecido. Las noches de insomnio, las lágrimas derramadas, y los momentos de desesperación fueron el precio que pagué por la vida que estoy viviendo ahora. Hoy, miro al futuro con esperanza y gratitud. Las cicatrices que llevo son testimonio de mi capacidad para superar las adversidades. Son recordatorios de que, a pesar de todo, he salido adelante y he encontrado mi camino. —Mamá, no sé qué decir. Te agradezco que hayas confiado en mí y me hayas contado tu historia. Todavía estoy en shock. —Cariño, debes prometerme que no le dirás nada a tus hermanos. Todavía son demasiado pequeños —murmuro, mientras miro embobada a los gemelos. Son idénticos a su padre, lo que me llena de
William sigue observándome, pero ya no de la misma manera. Su mirada se ha vuelto fría. Aunque tenga motivos, yo no soy la culpable. También he sufrido mucho, y lo que pasó no le da derecho a odiarme. Lo sé, sé que me odia con todas sus fuerzas, pero, como he dicho antes, yo no soy la culpable. Me armo de valor para romper este silencio.—William, yo…—¿Para qué has venido? —pregunta malhumorado.Doy un paso adelante.—Necesitaba verte, saber que estás bien.William se levanta lentamente y camina hacia mí.—No deberías estar aquí. Por favor, márchate.No pienso irme, no hasta que pueda hablar con él. Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y las palabras que necesito decirle pesan en mi pecho. —William —comienzo a decir—. Lamento todo lo que ha pasado entre nosotros.—No quiero escucharte. Ya eres libre para irte con él. Ya no hay nada que nos una. Estoy seguro de que te alegras de que nuestro bebé no haya nacido.Sus palabras me hieren tanto que no puedo con
Nos subimos al coche, listos para dirigirnos a la ciudad. El sol de la tarde baña el paisaje con una luz dorada, creando un ambiente cálido y acogedor. Mientras James arranca el motor, yo me acomodo en el asiento del copiloto, mirando por la ventana con una sonrisa.A medida que avanzamos por la carretera, James rompe el silencio. —¿Te gusta nuestra nueva casa? Si no te sientes cómoda, podemos mudarnos en cualquier momento.—James, la casa es perfecta. Mi hogar está donde estés tú.Veo como James sonríe de alivio y felicidad. —Me alegra escuchar eso, princesa. Quiero que siempre te sientas feliz y segura.El resto del trayecto transcurre en una conversación amena, con risas y anécdotas. Sigo mirando por la ventana mientras el paisaje pasa rápidamente. De repente, a lo lejos, diviso las primeras señales de la ciudad. Mi corazón comienza a latir más rápido y una mezcla de nervios y emoción me invade. No puedo esperar más para abrazarlas, para escuchar sus historias.De repente, un lu
Hace tanto tiempo que James y yo no tenemos un momento de intimidad, que esto tengo que solucionarlo ahora mismo. Pero antes, necesito una ducha urgente.Corro al baño, me quito el camisón y ¡Santo cielo! ¡No puede ser! ¡Tengo una selva amazónica en mi cuerpo! ¡Madre mía! Busco desesperada una cuchilla de afeitar. Vale que James y yo nos amamos, pero si me ve así, creo que saldría corriendo. Y mis piernas… ¡no se quedan atrás!Enjabono mi cuerpo, me depilo como si estuviera en una misión imposible. Cuando termino, me seco con una toalla, sintiéndome como una diosa griega lista para conquistar el mundo… o al menos, a James. Salgo del baño y encuentro a James tumbado en la cama, desnudo. Avanzo lentamente hacia la cama. James me recibe con una sonrisa lujuriosa. Me siento a horcajadas sobre él y lo beso apasionadamente, y así, si más, nos demostramos con besos y caricias cuanto nos queremos.Después de un rato, nos quedamos tumbados en la cama. Mi cabeza descansa sobre su pecho, y nos
William comienza a caminar por el salón desesperado, pasándose las manos por su cabello rubio. De pronto, se detiene y grita a pleno pulmón:—Mía, no me esperaba esto de ti.—William, lo siento, pero yo jamás te he dicho que te iba a dar una oportunidad. Vamos a tener un bebé juntos, pero eso no significa que tengamos que ser pareja.—Pero yo te amo, y si ese hombre no hubiera regresado, con el tiempo habríamos terminado juntos.—No, William, no te equivoques, jamás estaremos juntos.William clava su mirada en James, dando un paso hacia adelante. James, coloca una mano delante de mí y me hace retroceder.—Cálmate —ordena James. Pero William, nervioso y fuera de sí, se abalanza sobre él.Jud y yo gritamos al unísono al ver cómo los dos empiezan a golpearse. Nosotras chillamos, sin saber qué hacer. De repente, me acuerdo de Thomas. Corro hasta la puerta de entrada, la abro, pero no está. Me apoyo contra la pared, mareada, con el corazón latiendo a mil por hora y un malestar invadiéndome
—Mia, sé que esto es inesperado, pero he estado pensando mucho. Sé que estás embarazada de William, y entiendo lo complicado que es todo esto. Pero no puedo dejar de pensar en nosotros, en lo que tuvimos y en lo que podríamos tener.—¿Seguro que quieres estar conmigo en estas circunstancias?—Claro que quiero, porque te amo, Mía. Y estoy dispuesto a enfrentar cualquier cosa si eso significa estar contigo —responde con sinceridad.Siento una oleada de emociones. La esperanza, el miedo, el amor y la duda se mezclan en mi interior. ¿Puede ser esto real? Una pequeña chispa de esperanza comienza a crecer en mi corazón.Él toma mi mano con suavidad, y sus dedos se entrelazan con los mios.—Este bebé no cambia lo que siento por ti. Si me dejas formar parte de vuestras vidas, no os decepcionaré. Querré a tu bebé, lo cuidaré como si fuera mío. Tan solo tienes que perdonarme por todo el daño que te he causado. Aunque nos conocimos de manera extraña, me alegro de que haya sucedido. Tan solo dame
Último capítulo