Mundo ficciónIniciar sesiónPOV de Jessica
Venganza
“Está justo donde merece estar,” dije, recordando la palidez en el rostro de Reyna.
Había esperado tanto para vengarme por haberme robado a Jeremy.
Jeremy fue mi prometido desde el principio; nunca me gustó, pero mi madre me convenció de ese matrimonio arreglado por su estatus.
Yo estaba enamorada de otra persona, pero quería quedarme con Jeremy también, porque tenía el poder y el lujo que mi amante no tenía.
Pero Reyna, de la nada, le contó a Jeremy sobre mis planes. Arruinó mis posibilidades con Jeremy y también hizo que Daniel me dejara.
La humillación que sufrí por ambos hombres me marcó tanto que me costaba mostrar la cara en público, con miedo de que alguien que presenció el drama me reconociera.
Después de hacerme la inocente, ella le arrebató a Jeremy. Y no pude hacer nada al respecto.
Los vi actuar como la pareja perfecta, y yo fingía estar feliz por su unión.
Que mi madre me obligara incluso a ayudar a Reyna a vestirse para la boda hacía que la sangre me hirviera.
No la culpo tanto a ella; ella quería lo mejor para mí, pero no podía dejar ir a Daniel. Lo amaba y lo perdí.
Me sumí en el dolor y el rechazo hasta la muerte repentina de Jeremy. Y aproveché la oportunidad para castigar a Reyna por la humillación que me causó.
¿Qué mejor manera que hacer que la arrestaran por su muerte? Aunque yo sabía cómo habían sucedido las cosas.
Ella siempre presumió ser muy lista. Me sentí eufórica al verla atrapada, sin poder salir —¡una vez yo iba por delante!
Me até el pelo en una cola, acomodé mi blusa azul y me miré en el espejo. Me puse un maquillaje leve mientras me preparaba para salir.
En ese momento sonó el teléfono.
Lo recogí, una sonrisa asomó en mis labios al ver el identificador de llamada.
—Hola, jefa, qué curioso, justo me estaba arreglando para verte —dije.
—Qué lindo, ya quiero verte inclinada. En fin, te llamé para felicitarte por el trabajo —una voz grave sonó del otro lado.
—No lo habría logrado sin ti, ya sabes —sonreí mientras miraba mi reflejo.
Acusar a Reyna de semejante crimen no habría sido posible sin las pruebas editadas y todo fue gracias a mi cómplice.
—Sí. Pero hay un problema —mi pulso se aceleró al oír eso.
Alcé una ceja, curiosa por saber cuál era el problema.
—¿Cuál es el asunto, jefa? —pregunté.
—Creo que la soltaron bajo fianza —dijo.
Mis dedos se cerraron en puños. —¿¡Qué?! ¿Cómo?! —exclamé.
—Nicholas Hall. Estuvo con él.
Me di la vuelta mirando por la ventana. —¿Perdió la cabeza? ¡La acusaron de la muerte del hermano y él la saca! —troné, sin saber cómo expresar la decepción.
—Calma, Jess. Creo que está tramando algo, tenemos que movernos rápido —la voz sonó urgente.
Solté un zumbido y apreté la mandíbula. —Estás más cerca de él que yo, averigua qué trama. Mientras tanto, haré algo con Reyna.
—Perfecto. Te aviso pronto. —La llamada se cortó.
Mi corazón latía con fuerza mientras mi mente repetía la noticia.
¿Por qué la liberó? Se suponía que estuviera contra ella como el resto de la familia.
¿Significa esto que no cree que ella lo hizo? ¿O que tiene interés por ella?
—Ugh, ¡esa maldita Reyna siempre sabe cómo conquistar a los ricos! —bufé, levantando el puño al aire.
Mi cuerpo tembló mientras los pensamientos intrusivos aparecían.
‘¿Y si se enteró de la conspiración?’
‘Peor: ¿y si descubrió que alguien de la familia trabaja conmigo?’
Me sacudí para alejar esas ideas; no había forma de que nos hubieran descubierto tan pronto. El jefe es demasiado listo.
Pero ya que pasó esto, podía jugar otra carta perturbadora.
Sonreí con malicia. —¿Y qué si ahora está con Nicholas? Me encargaré de arruinar lo que sea entre ello
s.
No iba a parar.
No tenía pensado parar.
Hasta que viera la caída de Reyna.







