Capítulo 80. Ser padre
La sirena de la ambulancia aún resonaba en la mente de Darren cuando llegó al hospital. Había conducido como un autómata detrás del vehículo, sin sentir las manos firmes sobre el volante, con el corazón golpeándole contra el pecho como si en cualquier momento fuera a desgarrarlo. No recordaba haber estacionado, ni cómo había cruzado la puerta de urgencias; de pronto simplemente estaba allí, de pie en un pasillo iluminado por luces blancas que le parecían demasiado frías, con olor a desinfectante y metal, rodeado de médicos y enfermeras que se movían con prisa.
—¿La paciente Katherine Taylor? —preguntó con voz ronca a la primera bata blanca que se cruzó en su camino.
La mujer lo miró un instante, como evaluando si debía darle información o no. Darren estaba despeinado, con la camisa medio abierta y las mangas arremangadas hasta los codos, con el rostro demacrado por la preocupación.
—Fue llevada a quirófano —dijo ella finalmente—. Accidente de tránsito. Estado delicado. No puede pas