Capítulo 56.
Cuatro días.
Ese era el tiempo exacto en el que tardamos en tener noticias de Troy.
Y, para ese momento, ya me encontraba junto a mis hermanos con una lista de posibles sospechosos a los que sus gargantas tenían los días contados.
Sin embargo, no fue necesario preocuparnos de él porque pareció en el castillo mientras desayunábamos.
—¡Troy!
Kara y yo salimos disparadas de nuestros asientos y lo embestimos antes siquiera de darle tiempo de daludar. Él se tambaleó, sorprendido, y casi se va de espaldas con nosotras colgadas de su cuello.
—¡Pensamos que estabas muerto! —escupí contra su hombro, sin poder soltarlo.
Kara sollozó bajito, como si recién ahora todo el miedo contenido decidiera escaparse.
El problema fue que Troy no nos devolvió el abrazo con fuerza. Apenas levantó una mano temblorosa para posarla sobre nuestras espaldas. Cuando lo miré mejor, noté que la ropa que llevaba estaba desgarrada y sucia, como si hubiera dormido sobre tierra húmeda. Bajo una de las ma