Capítulo 32.
-Entonces, ¿De quién es el error?
La mesa del comedor permaneció en silencio ante la pregunta casi susurrada de mi tío Karel.
Y el hecho de que no estuviera gritando revelaba solamente que estaba más allá de enojado.
Habíamos sido convocados en el desayuno el día siguiente del fiasco de nuestro primer evento en el Coliseo.
Bueno, fiasco suena demasiado duro... quizá solo hubo un error allí, pero para mi mente perfeccionista un error eran demasiados.
Tanto Dania como Kyrian se señalaron.
Yo seguí comiendo tranquilamente mi bistec... y afinando mi puntería con la cuchara. Esas cebollas no desaparecerían de mi plato por arte de magia.
Las odiaba, cosas blancas malolientes.
-A mí no me mires, lobo idiota. Yo hago un excelente trabajo y conozco el rostro de todos mis subordinados. ¿Acaso tú lo haces?
-¡Por supuesto que si! Pero no fueron mis hombres los encargados de revisar la identidad de todos allí -gruñó mostrando los dientes-. Tú grupo de ineptos, si.
Yo alcé una mano para llam