Capítulo 34.

No les dimos privacidad para que terminaran de quitarse la ropa y colocarla cerca del fuego porque, simplemente, no estábamos interesadas en sus cuerpos.

O al menos yo no lo estaba. Kara miró fijamente sin pizca de pudor.

-Interesantes heridas. ¿Cuchillo?- Pregunté al tipo misterioso cuya espalda, brazos, piernas y torso estaban cubiertas de cicatrices y heridas claramente recientes.

Era un hombre alto y fornido. Quizá unos veinticinco años. Su mirada gritaba que había visto todo y nada a lo largo de su corta vida. No muy agraciado, pero tenía ese aire de peligro que podría atraer a cualquier dama.

-Algunas, otras son de hachas y espadas... - El hombre hizo una pausa antes de agregar. - Su majestad.

Yo ronroneé.

Me gustaban los hombres con modales.

Troy se aclaró la garganta.

-Él es Oscar. Campeón de las fosas clandestinas y... bueno, entretenimientos diversos. - Mis cejas se elevaron. - Ya que estás aquí, me evitas el tener que enviarte una carta para decirte que ah
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