Aunque la discusión entre Livia y Damian ya había terminado, alguien más todavía no podía escapar del castigo.

—¿Qué crees que le pasará a Kylie? Es raro que alguien salga de la oficina del mayordomo Matt con la cabeza en alto —susurró una criada a su amiga.

—¿Cometió un error con el joven amo? —solo decirlo le provocó un escalofrío. En sus tres años en aquella casa, jamás había hablado directamente con él. Ni una sola vez.

—Casi todos los que entran en la oficina del mayordomo Matt salen con una carta de despido —dijo la otra. A simple vista, el mayordomo Matt parecía educado, amable y perfectamente normal. Pero, al igual que el asistente Brown, su actitud se volvía fría y amenazante en cuanto el asunto involucraba al joven amo. Todos los sirvientes de la mansión lo sabían bien.

Dos criadas cercanas a Kylie estaban sentadas con las piernas cruzadas en una de sus habitaciones, murmurando sobre su destino. Sus cuartos estaban uno al lado del otro, así que se veían a diario. Y aun así,