29

Livia deseaba desaparecer en ese mismo instante.

¿Por qué demonios ese hombre tan entrometido conoce a Damian? ¿Y por qué parecen tan cercanos?

—No puede ser… ¿Rayito de sol? ¿Eres tú de verdad? —Noah se inclinó hacia ella, examinándole el rostro con una sonrisa burlona—. ¡Sí que eres tú! Casi no te reconozco. Deja de fingir, ya te descubrí. ¡Jajaja!

Livia bajó el bolso con un gruñido.

—Descubrir mis narices…

—¿Rayito de sol? —los ojos de Damian se entrecerraron. De pronto, su mano cayó sobre su hombro—firme, demasiado firme. Posesiva.

—¿Se conocen? —preguntó con voz baja y cortante. La presión de sus dedos se clavaba en su piel, como si la acusara de algo que aún no sabía poner en palabras.

¿Cómo conoces a este hombre? ¿Por qué te llama con ese estúpido apodo?

Livia se estremeció; le estaba haciendo daño.

—Damian —susurró, agarrándole la mano. Solo entonces él pareció darse cuenta de la fuerza que estaba usando y aflojó un poco la presión… aunque no apartó la mano.

Ella sonrió dulce,
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