- Lo encontré cerca de la pradera antes de trasladarnos hasta aquí. - respondió Rosseta. Apretó sus labios y sin despegar miradas con Albuz volvió a decir. - No sabía que era de tu madre. - mintió lamentándose en sus adentros, pero no podía decirle que Magdalena la visitaba en sus sueños. - te lo devuelvo. - llevó sus manos e intentó entregarle el collar.
Albuz observó firme. Había una historia con respecto a ese dije y ese era que sólo las brujas puras de corazón y de luz podían llevarlas como un amuleto protector.
- Quédatelo, es tuyo. - se acercó a ella y, tomó la cadena en sus manos y él mismo ayudó a ponérsela. - estas cosas no son fáciles de encontrar, todo lo contrario, ellas te buscan, te eligen y protegen. - explicó mientras sus dedos tocaban la piel de Rosseta. - la tomó de los hombros, le dio vuelta para que lo mirara y volvió a decir. - no lo vayas a perder, sólo te pido eso.
Rosseta con las comisuras de sus labios entreabiertos asintió despacio. Los ojos oscuros de Albu