Capítulo 2

Un ruido constante me hizo despertar bruscamente. Me sentía desorientada y agotada, mi corazón seguí latiendo descontrolado y mi respiración era irregular, pero poco a poco recuperaba la conciencia, por un instante, no supe donde me encontraba. Traté de respirar profundamente para calmarme, no quería que nadie me viera en un estado de vulnerabilidad y menos aún en un avión con desconocidos.

Miré a mi alrededor y me di cuenta que estaba en un avión, el interior estaba elegantemente decorado con detalles en tonos dorados y suaves, el espacio estaba lleno de luz gracias a las grandes ventanas desde donde solo podía observar nubes. Estaba rodeada de hombres vestidos de negro, cuyas miradas me parecían amenazadoras y desconocidas. Mi mente recordó lo ocurrido, la apuesta y como había aceptado marcharme de casa con aquellos hombres. Tomé una profunda respiración y regresé mi mirada al frente. Un señor que aparentaba los cincuenta y tantos años, vestido elegantemente con un traje impecable, me observaba con una expresión serena pero intrigante. Su mirada era intensa y paracía escrutarme en detalle, como si pudiera leer mis pensamientos.

—Valeria Shawsen, bienvenida a mi avión privado —dijo con una voz grave y segura—. Mi nombre es Douglas Marcherver, Rey de Marvera, es un placer conocerte al fin.

Mi confusión aumento. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué quería ese hombre conmigo y como había llegado hasta allí? ¿Los hombres que me llevaron trabajaban para él? La sensación de vulnerabilidad me abrumaba, pero traté de mantener la calma y buscar respuestas.

—¿Qué ha pasado con mi familia y que quiere usted conmigo? —pregunté con voz temblorosa esperando alguna explicación.

El rey Douglas suspiró y asintió comprensivamente antes de responder.

—Tu familia está a salvo, no temas por ellos. Fueron llevados a un lugar seguro mientras resolvemos algunos asuntos importantes —explicó sin dar muchos detalles.

Aunque me alivió saber que mi familia estaba bien, seguía sintiéndome insegura y sin entedern que estaba haciendo allí. Aquel hombre seguía con una expresión impasible y yo solo quería obtener respuestas y regresar a casa.

—Pero… ¿Qué asuntos importantes? ¿Por qué me trajeron aquí?

Él me miró con seriedad y tomó un momento antes de responder.

—He hecho una elección muy particular en ti, Valeria. Tu vida cambiará a partir de hoy y tendrás un papel crucial que desempeñas en el reino de Marvera —explicó con cautela.

Antes de que pudiera hacerle más preguntas uno de los hombres de traje negro se acercó a nosotros y depositó una carpeta de documentos en la mesa que había frente a nosotros. El hombre volvió a alejarse y el rey comenzó a hablar.

—Yo fui el hombre que ganó la apuesta a tu hermano.

El asombro me llenó. ¿Qué hacía un rey haciendo apuestas vulgares?

—Esto —señala la carpeta de documentos—. Es un contrato.

—¿Qué clase de contrato? —pregunté dudosa y con miedo.

—Con este contrato te comprometes a casarte con mi hijo, el príncipe James Marcherver —una sonrisa se dibujó en su rostro—. Pero no solo eso, deberás espiar a mi hijo y darme toda la información sobre sus movimientos en el reino.

Mi corazón latía desbocado ante la noticia que acababa de recibir. No podía creer lo que mis oídos habían escuchado. El rey Douglas me pedía que me casara con su hijo y, además, debía de convertirme en una espía del rey, proporcionándole información sobre el príncipe. La idea de espiar alguien me parecía abominable. Mis sueños de viajar y vivir una vida de aventuras se desmoronaban frente a mi. Todo lo que había anhelado parecía estar escapándose entre mis dedos. No podía permitir que mi vida se convirtiera en una maraña de engaños y traiciones.

Las lágrimas amenazaban con caer mientras luchaba por contener la avalancha de emociones que me embargaba. Quería negarme, quería huir de esta situación.

—Me niego —le dije mientras intentaba contener mi llanto—. No puedo firmar ese contrato.

El rey me miró con furia y le pidió a uno de sus hombres que se acercara, me entregó un celular y en él reprodujo un video donde veía a mis hermanos siendo golpeados por varios hombres mientras mi padre estaba atado en un silla observando aquella barbarie.

—Si renuncias al contrato, también renuncias a tu familia —soltó el rey con voz amenazadora.

No tenía otra opción, mi familia dependía de mi, y renunciar significaría ponerlos en peligro. Me enfrentaba a una encrucijada: mis propios deseos y aspiraciones chocaban con la responsabilidad de proteger a mi familia. No podía permitir que ellos sufrieran las consecuencias de mis decisiones. Miré al rey con los ojos llenos de desesperación, esperando encontrar una solución, una alternativa. Pero sus palabras no ofrecían otra opción más que enfrentar la realidad que se me presentaba. La tristeza y el temor se mezclaban dentro de mi mientras tomaba una decisión. Aceptaría el matrimonio, no podía dejar que mi familia pagara el precio de mis sueños. Haría lo que estuviera a mi alcance para protegerlos.

—Acepto —dije.

El rey asintió victorioso y abrió el documento para que firmara. Pero quería pedir algo a cambio.

—Con una condición —pedí—. Quiero que mi hermano Eren esté junto a mi.

—Aceptada —dijo él—. Yo también tengo una última condición, por ningún motivo puedes enamorarte de mi hijo.

—¿Por qué hace todo esto? —pregunté.

No entendía absolutamente nada, porqué arreglaría un matrimonio sin amor para su hijo, porqué necesitaba que lo espiara. Tenía tantas preguntas rondándome por la cabeza que sentía que en cualquier momento iba a explotarme.

—James lleva meses intentando destruir Marvera, quiere establecer vínvulos con la mafia italiana y hacer un centro de negocios ílicitos en el reino. Quiero detenerlo antes de que sea demasiado tarde. Por eso te necesito.

Viéndolo desde esa perspectiva, los motivos del rey eran buenos. Su hijo era un mala persona que buscaba arruinar lo más preciado que tenía, pero no había necesidad de destruir a una familia. Ahora el miedo había crecido, iba a contraer matrimonio con un criminal que tenía vínculos con la mafia. Incluso iba a espiarlo para poder acabar con sus planes.

¿Qué iba a pasar si me descubría? Douglas interrumpió mis pensamientos.

—Mientras cumplas con el contrato no dejaré que nada malo te pase, estarás bajo mi protección siempre.

Asentí, tomé el lapicero que me brindó y firme los documento sin leer. No quería volver a saber de la condena a la que me estaba atando. Una vez firmado lo guardó en bolso que descansaba en el suelo y me miró con amabilidad.

—Pronto estaremos en el palacio.

Miré a través de las ventanas y el reino de Marvera parecía miniatura desde las alturas. Había dejado mi casa y mi familia atrás para enfrentarme a un futuro incierto en el que muchos peligros me esperaban. Debía dejar atrás a la chica que siempre se escudaba de sus hermanos, poner en práctica las enseñanzas de mi padre y no dejar que esta nueva vida me destruyera.

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