Un ruido constante me hizo despertar bruscamente. Me sentía desorientada y agotada, mi corazón seguía latiendo descontrolado y mi respiración era irregular, pero poco a poco recuperaba la conciencia, por un instante, no supe donde me encontraba. Traté de respirar profundamente para calmarme, no quería que nadie me viera en un estado de vulnerabilidad y menos aún con desconocidos. Miré a mi alrededor y me di cuenta que estaba en un avión, el interior estaba elegantemente decorado con detalles en tonos dorados y suaves, el espacio estaba lleno de luz gracias a las grandes ventanas desde donde solo podía observar nubes. Estaba rodeada de hombres vestidos de negro, cuyas miradas me parecían amenazadoras y desconocidas. Mi mente recordó lo ocurrido, la apuesta y como había aceptado marcharme de casa con aquellos hombres. Tomé una profunda respiración y regresé mi mirada al frente. Un señor que aparentaba los cincuenta y tantos años, vestido con un traje impecable, me observaba con una expr
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