Quizás, tensar las cuerdas un poco más, no fuera lo correcto. Al menos no por esa noche. Damián era realista y duro con esos detalles:
Apenas se conocían y él era un hipócrita al decir que solo quería salvarla de todo lo malo que pudiera ocurrirle en ese lugar. Sí realmente no tenía malas intenciones con ella ¿Por qué debería estar siendo tan vil como para jugar así de bajo?«¡Porque la condenada carne es débil y esta mocosa inexperta ya me puso a prueba lo suficiente como para no aprovechar el momento!¡Maldita sea!¡Al diablo con las cortesías!¡A la porra con las buenas costumbres!¡Seré sincero y que su Dios me juzgue!¿Qué va?»Se dijo así mismo perdiendo la paciencia ante sus propias inseguridades. A decir verdad, ambos habían tensado tanto las cosas que, si no ocurría nada en esa misma noche, eso era porque él hubiera decidido poner pies en polvorosa y cerrar el altillo con llave. Cosa que no ocurrió.—Sobre el sabor de los besos y sob