Pacto de Amor (2da. Parte)
Unos días después
New York
Lance
Unos días antes de diciembre, los insomnios se habían convertido en mis compañeros. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Karina llorar en silencio, la cabeza apoyada en mis brazos, la piel fría por la angustia. Cada aborto había dejado una cicatriz invisible, no solo en su cuerpo, sino en nuestra relación, en nuestra vida. Yo me sentía impotente, atrapado entre el miedo a perderla y la necesidad de encontrar una solución. No podía permitir que nadie más supiera lo que nos estaba sucediendo. Por eso llamé a George Thomas, nuestro médico de confianza, y le expliqué todo: los abortos, las lágrimas, la desesperación. Le pedí discreción absoluta.
Después de escucharme, George me recomendó a su hijo, Greg Thomas, un especialista de renombre en fertilidad y embarazos de alto riesgo. Sentí un atisbo de esperanza, como si finalmente hubiera un hilo que nos conectara con la posibilidad de tener la familia que siempre soñamos.
Ahora estamos en el consultorio de G