Capítulo Seis

El CEO no perdió tiempo en divagaciones, no era algo propio de él hacer aquello, para un hombre ocupado como Alexander, el tiempo era oro.

— Este contrato lo redacte durante esta semana, pensaba proponerle esto a alguna de las actrices de la empresa, pero luego de ver sus perfiles, sé que no he cruzado más que un par de palabras con cualquiera de ellas, entonces nadie creerá que de la noche a la mañana este en alguna relación con cualquiera de ellas, más si algún periodista investiga, y sé que lo harán, aún peor, sé muy bien que Lucrecia no lo creerá, porque esa mujer en verdad… ella sabía que solo tenía ojos para ella. — Sofia, sintió pena ante el dolor que cruzo por los ojos de Alexander, y aunque no sabía lo que era ser engañada o traicionada, como lo era el caso de su jefe, si podía sentir empatía por él.

— Señor Thompson… — aun así, por mucha empatía que sintiera, no se prestaría a algo como eso, pues Sofia era una persona con principios.

— Espera, déjame explicarte, no es como que haríamos algo indebido, yo no soy ese tipo de persona, solo es un buen negocio, y será por unos meses, hasta que consiga la tenencia de mi hijo, y solo será para los medios, no tendremos relación alguna, a lo sumo, nos daremos la mano si es que fuese necesario y siempre que alguien este presente, solo piénsalo Sofia, pasamos la mayor parte del día en esta oficina, no sería nada de otro mundo el que nos vean juntos, por supuesto que no tendremos intimidad, ni me aprovechare de manera alguna de ti, y lo mejor de todo es que te pagare, te daré diez veces tu salario por mes. — el corazón de Sofia se aceleró, eso era mucho dinero, pues Lumina Entertainment le pagaba bien, un sueldo acorde al empleo que realizaba, pero aun así no lograba cubrir todos los gastos que Adrián dejo, los acreedores la asechaban, a tal punto que había dejado de gastar dinero en comida, y caminaba a su trabajo, al menos la mitad del camino, ya no hacia trasborde de autobús, todo para guardar un centavo más y por supuesto que esos no eran sus únicos problemas. — Luego de eso, no tendrás que preocuparte por nada, solo diremos que no éramos lo que buscábamos en la vida o cualquier cosa, podrás conservar tu empleo sin ningún problema… — Alexander continuaba con su narrativa, donde solo había beneficios para ambos, pero Sofia solo podía pensar que apenas hacía casi siete meses que había enviudado y aunque sus exsuegros la odiaban, ella guardaría duelo por Adrián, porque lo sentía, incluso un falso noviazgo, era demasiado para ella. — Sabes que la empresa no tiene restricciones en que los empleados mantengan una relación amorosa, siempre y cuando esta no afecte sus tareas, entonces…

— Señor Thompson, disculpe, pero no necesita continuar diciendo nada, porque no aceptare. — Alexander tuvo la intención de refutar, pero Sofia elevo la mano, pidiéndole que guardara silencio y como buen caballero que era, Alexander cerro su boca. — Sé que es algo beneficioso para usted, y no negare que el dinero me vendría más que bien, pero mientras usted solo esta divorciado… yo soy viuda y mi esposo se merece más que esto, no podria hacerlo, no podria decir que tengo un novio así sea temporal, u ocasional, disculpe y si ya finalizo aquí, creo que lo mejor será que me retire.

Sofia se retiró de la empresa y camino el largo trecho que había a la parada de bus, momento en el que ocupo para pensar en lo caprichosa que era la vida, pues cualquiera diría que el señor Thompson tendría una vida perfecta, con dinero, un bello rostro, un físico envidiable, al menos por lo que ella podía deducir cuando lo veía con esos trajes tan elegantes, pero sin embargo, quien lo hubiese visto esa noche, se daría cuenta que era un pobre hombre, mientras ella, que si bien no era pobre, estaba a punto de perder todo, no tenía ni un céntimo propio, pero al menos fue afortunada en el amor.

El repiquetear de su teléfono móvil la hizo regresar a la realidad y al ver el número de su madre atendió de inmediato.

— Mamá, ¿Qué sucede? — indago con preocupación, pues su madre no era de llamarla, mucho menos a esas horas.

— Es tu hermana, comenzó con labor de parto hace unas horas, pero como no soporto el dolor, la mujer que la ayudaría a parir dijo que la llevemos a un hospital por lo que la trajimos a la clínica Aurora, resulta que el bebé se había cruzado por lo que le estan realizando una cesárea de emergencia, necesitamos que vengas a pagar la internación y todo lo demás. — el aire se escapó entre sus dientes, que se habían cerrado por solo escuchar que la habían llevado a una clínica privada y no a un hospital de la cruz roja, donde los costos serían más llevaderos.

— Pero…

— Es tu hermanita, no te negaras a ayudarle ¿verdad? sabes que está sola. — Margaret comenzó a sollozar, conocedora que su hija mayor no podria negarse nunca a lo que ella quisiera, mucho menos si era para Lyra, la consentida del hogar, mismo donde Sofia siempre sintió que sobraba.

— Iré en un momento. — dijo con el ultimo poco de aire que le quedaba.

Sus piernas que siempre fueron firmes, más luego de estar de pie con tacones durante largas horas de trabajo, al fin se doblaban, su voluptuoso trasero revoto en el asiento de metal de la parada de bus, y las lágrimas bajaron silenciosas, estaba cansada, cada día se juraba que ya no haría nada por sus padres, ya no buscaría complacerlos o hacerles ver lo valiosa que era, sin embargo, cada día fracasaba, solo la llamaban cuando necesitaban dinero, y ella siempre respondía, incluso cuando Adrián falleció, ellos solo dijeron, Lyra está embarazada y el padre desapareció, deberemos ayudar a tu hermana con el bebé, tendrás que trabajar horas extras ahora que Adrián no está. Como si fuese que Adrián solo se hubiese ido de vacaciones, pero aun así no podía negarse, no luego de lo que Lyra le había dicho.

— Lyra, necesito que me digas quien es el padre, él debe responder por ti, por el bebé.

— No puedo, no importa, él ya no está aquí, se fue y no regresara y yo lo amaba, lo amaba tanto, que creo que moriré.

El miedo a que su hermanita cometiera una locura le hizo tener pesadillas por semanas, acababa de perder a Adrián, lo que menos deseaba era perder a la única persona que se preocupaba por ella, Lyra era una pequeña estrella que iluminaba la oscura noche en la que vivía desde que había enviudado, además de que apenas y acababa de cumplir 18 años, no, no se permitiría que algo le sucediera a su hermana e incluso en ese momento se sintió mal por Lyra, pues fue ella quien le había aconsejado que, era más factible acudir a una partera que fuera a su hogar, antes que ir a un hospital, no debió poner la vida de su hermana y la de su sobrino, por sobre sus problemas económicos.

— Sofia. — la voz del señor Thompson la hizo pegar un pequeño brinco.

— Señor Thompson… ¿Qué hace aquí? — preguntó limpiando sus lágrimas y poniéndose de pie, notando que el automóvil de su jefe estaba del otro lado de la calle.

— Sali tras de ti, queria pedirte disculpas, no debí decir lo que dije, pero… — Alexander saco un pañuelo descartable de su saco y se lo extendió, algo que hizo que la rubia se avergonzara, pues seguro que era un desastre de lágrimas. — No llores, Sofia, juro que contactare al periodista y aclarare las cosas, tu no debes sentirte mal, por las locuras que pasan por mi cabeza. — Sofia noto que su jefe no estaba mejor que ella, si incluso tenía enrojecido el borde de sus ojos.

— Señor Thompson… si acepto su propuesta, ¿podría darme el pago del primer mes por adelantado? — Alexander la vio con la ceja en alto, tratando de comprender a que estaba jugando su empleada.

— Creí entender que te reusabas a mi pedido.

— Mi hermana está en una clínica, le estan realizando una cesaría… debo pagar sus gastos y no tengo como. — dinero, el mundo giraba en torno a él, y eso estaba bien, se dijo Alexander, al menos eso le aseguraba el poder salir del pozo donde Lucrecia lo había lanzado.

— Si firmas el contrato, te depositare en este momento el dinero.

— … — sus manos se cerraron con tanta fuerza que incluso era doloroso, Alexander aun podía distinguir como la necesidad y los valores, luchaban en el interior de su joven secretaria.

— Recuerda que es solo un papel el que interpretaremos, no estas faltándole a la memoria de tu esposo, solo estás haciendo lo necesario para salir adelante. — le aseguro al tiempo que colocaba una de sus manos en el pequeño hombro de Sofia. — Solo es…

— Solo es un negocio. — murmuro la joven clavando sus ojos en los del CEO.

Si, solo era un buen negocio, o al menos, eso creían.

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