Tres meses habían pasado desde el nacimiento de las gemelas y aun así Sofía no se sentía cómoda como para dejarlas al cuidado de Aria y Evelyn, para así poder regresar a trabajar, tal parecía que la rubia había encontrado un mejor trabajo que estar tras un escritorio, o al menos eso era lo que pensaba, en su interior la batalla de la maternidad, con lo que lo apasionaba se llevaba a cabo día a día, o mejor dicho cada mañana, ya que Sofía despertaba con el pensamiento de que ese día regresaría a la empresa, pero solo bastaba con ver el rostro de sus hijas y su corazón temblaba, sabía que Aria las cuidaría, al igual que Evelyn pero aun así… las veía tan pequeñas, tan necesitada de ella, y por más que Alexander le repetía de que podía tomarse el tiempo que ella quisiera, sabía que no era el caso, porque mientras más tardará en regresar, más le costaría dejar a sus hijas, ahora al fin Sofía comprendía que no le temía a la maternidad en sí, le temía lo demás, a lo que sus niñas pudiesen pe