67. La Verdad Sin Filtros
Amy se quedó congelada en el umbral de la sala, esperanza y miedo mezclándose en su expresión devastada. Isidora tomó un respiro profundo antes de continuar, sabiendo que las siguientes palabras importaban más de lo que Amy probablemente entendía.
—Tu problema fundamental no es falta de talento —dijo con voz más suave pero aún firme, cada palabra medida cuidadosamente—. Es que pasaste tanto tiempo obsesivamente comparándote conmigo que nunca desarrollaste tu propia voz única. Siempre estabas tratando de ser yo, de copiar mi estilo, de seguir mis pasos exactos, en lugar de descubrir quién eres tú realmente como diseñadora y como persona.
Amy parpadeó, procesando las palabras lentamente como si cada una requiriera esfuerzo para asimilarse.
—¿Qué se supone que haga con esa información ahora cuando ya es demasiado tarde? Cuando ya destruí todo lo que importaba.
—No lo sé, honestamente —Isidora cruzó los brazos sobre su pecho—. Terapia intensiva, tal vez. Autoexploración profunda sin compar