Ella me mira a los ojos y veo inseguridad en su mirada. Asiente con la cabeza y me extiende la mano.
—Yo misma renunciaré —dice. Intento tomar su mano, pero no puedo.
De cierta manera estoy alegre por alejarla de mi padre y por otro lado, ella sabe todo sobre este trabajo. No pensé que ella cedería tan fácil.
—Bien ahora abre la puerta —exigo. Ella se pone de pie y avanza hacia la puerta.
—Edu deberías de pedir un taxi a tu casa —su voz suena apagada.
Es en estos momentos que me gustaría tener el super poder de leer las mentes así podría saber si mentalmente me está matando o pensando otras cosas.
—Si, por favor pideme un taxi —le digo. Ella abre la puerta y ambos bajamos a esperar mi taxi luego de que ella lo pidiera.
Para mí seguridad yo digite la dirección.
—Emilia —llamo si atención mientras estamos sentados en la vereda. Ella me mira y quiero agradecerle por lo del pan y todo lo que ha hecho por mí hasta ahora y pedirle perdón por ser un desgraciado con ella.
Veo ilusión en sus o