Capítulo — El vuelo de los sueños
El aeropuerto de Río hervía de movimiento: maletas rodando, anuncios por altoparlantes en portugués y turistas que iban y venían con la prisa de quien llega tarde a la vida. Pero para Bruno y Dante, nada de eso importaba. Estaban en la sala de arribos, con el corazón en la garganta, esperando un vuelo que venía desde Montevideo.
Ese viaje había sido el primero en avión para Edinson y Sofía. Desde que subieron, los nervios fueron un vaivén constante. Sofía había apretado la mano de su esposo en el despegue como si el metal pudiera deshacerse bajo sus pies. Edinson, que siempre había sido un hombre duro, con manos curtidas de la construcción y la herrería, miraba por la ventanilla con un brillo extraño en los ojos. Era un sueño cumplido: él, que había trabajado toda su vida con sudor y silencio, ahora viajaba para reencontrarse con sus hijos y conocer el fruto de todo lo que había sembrado.
—¿Te das cuenta, Sofi? —le susurró en el avión, cuando el c