Capítulo – El Juicio del Caído
El edificio del Ministerio de Trabajo hervía de murmullos.
La audiencia había sido convocada con carácter urgente, y todos los involucrados estaban citados. Fabricio Castiglioni se presentó con aire de suficiencia, creyendo —como siempre— que todo giraba a su favor. Vestía su mejor traje, se acomodó la corbata como quien se alista para dar una charla, no para enfrentar acusaciones. Lo que no imaginó fue que debía haberse presentado con abogado.
Las notificaciones eran claras.
Pero él las ignoró.
Como ignoraba las llamadas de las empresas financieras, los correos sin abrir, las advertencias de los cobradores. Su mundo se derrumbaba, y ni siquiera lo sabía.Ademas no tenía plata para pagar un abogado.
La sala estaba llena.
Anahir y Nicolás se sentaron juntos, con la serenidad que da saber que se tiene la verdad de su lado. Fabián Mansilla, apoderado legal del principal accionista del proyecto —aunque pocos lo sabían—, ya tenía los documentos pr