Capítulo – La Caída de VirginiaVirginia esperó en el café durante casi una hora, clavada en la silla como un fantasma.Allí, donde habían quedado con Fabricio para verse.Allí, donde el corazón se le retorcía en el pecho a cada segundo.Cada vez que sonaba la campanita de la puerta, levantaba la cabeza.Cada vez, buscaba su figura entre los desconocidos.Pero Fabricio no aparecía.Ni un mensaje.Ni una llamada.Nada.Finalmente, no pudo más.Sacó el celular, temblando de nervios.Marcó su número.Un tono.Después, el contestador.Otra vez. Y otra.Hasta que el teléfono dejó de sonar directamente.Fue entonces cuando sintió ese vacío en el estómago.No era miedo.No era enojo.Era una certeza helada, cruel: la había abandonado.Salió del café como una ráfaga, caminando rápido, desesperada.Atravesó calles, esquinas, semáforos que no veía.Subió las escaleras de su edificio a los tropezones.Cuando abrió la puerta de su casa, un frío la recibió.No había nadie.No había rastros.Ahí do
Capítulo 101 – Entre Mates y VerdadesEl sábado amaneció tibio, con el cielo despejado y el canto perezoso de los gorriones en la vereda.Anahir se había quedado a dormir en la casa de Silvia. No tenía fuerzas para enfrentar su propia soledad aquella noche. Y su amiga, como buena hermana de la vida, no lo había dudado: le preparó la cama, le prestó ropa cómoda, y le dio el espacio que necesitaba para respirar.Esa mañana, entre risas apagadas y movimientos lentos, improvisaron un mate en la cocina.Silvia le alcanzó a Anahir una calza negra y una remera ancha de algodón.Ella, en short deportivo y buzo viejo, parecía más una adolescente que una mujer que había visto suficientes traiciones como para escribir un manual.—Ponete cómoda —le dijo, cebando el primer mate—. Hoy no vamos a llorar. Hoy vamos a pensar.Anahir esbozó una sonrisa apenas. El gesto le dolió más de lo que hubiera querido admitir.Se sentaron en la mesa de la cocina. El mate humeaba entre las dos como un testigo sile
Capítulo 102 – Hasta Debajo de las PiedrasEl sábado amaneció, pero para Nicolás Martínez la noche nunca había terminado.No había dormido nada . No podía.Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de Anahir alejándose, herida, rota por algo que él no había cometido, pero que debía corregir.Por ella.Por todos.Había pasado toda la madrugada revisando papeles, mensajes, registros de personal. Buscando un hilo, una pista, un maldito error que pudiera atar a Fabricio Castiglioni y Virginia a la trampa que casi lo destruye todo.Y entonces, a las siete de la mañana, Fabián golpeó su puerta.—¿Listo? —preguntó.Nicolás asintió. Los ojos le ardían de falta de sueño, pero el fuego que ardía en su pecho era más fuerte.**Fueron directamente al edificio donde, según algunos datos cruzados, vivía Virginia.En la recepción, un guardia viejo, de mirada cansada, los atendió de inmediato.—¿Ustedes buscan a Fabricio Castiglioni, no? pensando que eran los cobradores que venían y el no los rec
Capítulo 94 – Cazando a la SerpienteEl domingo amaneció plomizo, cargado de humedad y presagios.Pero Nicolás no aflojó.A las ocho de la mañana, el detective que habían contratado mandó el mensaje:"Lo tenemos. Barrio Las Piedras. Casa azul, sin número. Vive con un tal Pipo."No se acercaron.No actuaron por impulso,habían esperado tanto tiempo por este momento que no era nada esperar unas horas más .Ahora Nicolás jugaba como lo que era el verdadero empresario ,con inteligencia, no sólo con fuerza.Mientras la denuncia por fraude, estafa y malversación de fondos se terminaba de presentar, ellos vigilaban. Tuvieron que pedir algunos favores pero era necesario,nada fuera de la Ley.Desde una esquina oscura, en el auto, vieron la casa donde estaba Fabricio Castiglioni ,este salía de vez en cuando, tambaleándose, flaco, desaliñado y sucio.No quedaba nada del "ingeniero brillante" que fingía ser.Fabián sacó fotos discretamente.El detective mantuvo el monitoreo y no se movieron del l
Capítulo – La Renuncia y la VerdadEl lunes amaneció con un cielo gris,parecía un día perfecto para los cierres.Y para las verdades.Anahir había llegado temprano a la obra, sola, con el corazón endurecido tras el golpe de la noche del viernes. No quería entrar en su oficina ,le daba bronca recordar lo que vio .No quería palabras de consuelo. No quería excusas. Debía entrar a buscar sus planos ,quería salir corriendo.Apenas acomodó sus cosas, un golpe seco sonó en su puerta. Era Virginia.Entró despacio, la mirada baja, el corazón en un puño. Cerró la puerta tras ella con un suspiro tembloroso. En una mano, sostenía un sobre blanco. En la otra, el peso de todas sus culpas.Anahir la observó en silencio, fría, impenetrable.—¿Qué querés? —preguntó, sin disimular el filo en su voz.Virginia tragó saliva.No esperaba indulgencias. No las merecía.—Vengo a presentar mi renuncia —dijo, acercándose con pasos torpes—. Y... a decirte la verdad.Anahir ni siquiera estiró la mano para tomar
Capítulo – El Último Día de CastiglioniFabricio Castiglioni se miró al espejo roto del baño.El agua fría todavía le chorreaba por el cuello.Se había peinado con las manos, acomodándose como podía el cabello desprolijo.La camisa blanca, arrugada y un poco amarillenta, era lo mejor que le quedaba después de haber vendido medio departamento.—No importa —murmuró, sonriendo torcido—. En Brasil todo va a ser distinto.Se había puesto también un pantalón negro gastado y unos zapatos que alguna vez brillaron en las oficinas del Cinco Estrellas.Todo eso era pasado.Lo que importaba ahora era el futuro.Un futuro que, en su mente enferma, todavía era brillante.—Allá soy ingeniero —se decía mientras se ajustaba el cinturón—.Allá nadie sabe quién soy.Falsificara títulos.Inventaría obras.Se construiría una nueva vida, como siempre hacía.Fabricio Castiglioni era un sobreviviente.Y esta no iba a ser la excepción.Pipo lo esperaba en la puerta de la casa azul, fumando nervioso.—¿Estás
Capítulo – La Verdad que Aún Falta El sol de la mañana entraba por la ventana de la cocina de la obra , tiñendo todo de un dorado apacible,las nubes grises se habían ido Pero dentro de Anahir, no había calma y no sabía porque se sentía así. Había llamado a sus padres y la habían invitado a ir el fin de semana próximo. Silvia había llegado temprano, agitada, con el teléfono en la mano. —¡Lo atraparon, Ana! —dijo casi sin aire—. ¡A Fabricio! ¡Está preso! ¡Y Fátima recibió una citación judicial! ¡Nicolás lo logró! ¡Movió cielo y tierra todo el fin de semana! Anahir la escuchó en silencio. Sintió el golpe de las palabras en el pecho. Sintió una oleada de emociones, alivio, incredulidad, respeto... Y también, una tristeza que no sabía explicar. Silvia hablaba y hablaba, contándole los detalles. Cómo Nicolás había trabajado sin dormir. Cómo había presionado a los abogados. Cómo había buscado pruebas, contratado detectives, perseguido hasta el último rastro de
Capítulo 1Entre Sueños y SombrasEl sonido constante de martillos y sierras acompañaba a Anahir Montes mientras recorría la obra. El calor de la tarde se filtraba por cada rincón, pero ella ni lo notaba. Su mente estaba enfocada en encontrar el error que Fabricio mencionó. Había revisado cada plano, cada cálculo, cada detalle de la piscina. Todo estaba perfecto.Después de horas encerrada en el banco de trabajo en el sector alejado a las oficinas, suspiró profundamente. Creo que Fabricio se equivocó, pensó, pero se sintió culpable al instante. Él era meticuloso, siempre atento. Tal vez fui yo la que pasó algo por alto.Decidió dar una vuelta por la obra para despejarse. Saludó a los obreros que, al verla, sonreían con genuino aprecio.—¡Arquitecta, qué bueno verla! —dijo Mateo, uno de los herreros, secándose el sudor con el dorso de la mano.—¿Todo bien, Mateo? —preguntó ella con amabilidad, notando el cansancio en su rostro.—Sí, pero... el ingeniero nos pidió cambiar las medidas de