Capítulo – La Voz del Peón Cantó
El Ministerio de Trabajo se presentó con tono firme, voz neutra y papeles en mano. La notificación formal contra Raúl Méndez estaba firmada: sería procesado por encubrimiento, negligencia laboral y posibles lesiones con dolo eventual.
Los abogados del Estado estaban dispuestos a ir hasta el final. Pero justo cuando todo parecía sellado, los representantes legales de Nicolás Martínez intervinieron.
Raúl, arrinconado, con los hombros caídos y el alma a cuestas, dudaba.
Había sido leal a Fabricio Castiglioni hasta el límite de la estupidez.
Pero en ese momento, pensó en su madre. En el hospital, en los remedios carísimos, en el alquiler que ya no podía pagar desde que lo habían despedido de la obra.
Y lo más importante , pensó en su nombre.
No iba a ser el chivo expiatorio de nadie.
Uno de los abogados de Nicolás habló con claridad:
—Raúl, si colaborás con la Justicia, si entregás pruebas y contás lo que sabés sobre los fraudes cometidos por Castiglioni