Capítulo 34 – Forjado en Silencio
La camioneta de Nicolás avanzaba firme por la ruta costera. El mar quedaba a su izquierda, extendiéndose calmo como un recuerdo dormido. Anahir iba sentada a su lado, en silencio, observando el paisaje. Tenía esa manera de mirar que no buscaba nada en particular, pero lo absorbía todo.
A Nicolás le gustaba manejar así. Sin prisa, sin distracciones. Con los brazos relajados y la mente… bueno, la mente nunca lo estaba. Mucho menos hoy.
Estaban por llegar a Bellavista, el pueblo donde Anahir había crecido. Allí conocería a sus padres, a sus hermanos. Y aunque ella lo esperaba con tranquilidad en la mirada, dentro de él algo se agitaba.
Estaban muy cerca de Bello Horizonte.
Y eso, aunque no lo admitiera en voz alta, lo ponía en guardia.
“Estoy a veinte minutos de la casa de mis padres.”
Los recuerdos le pesaron en la espalda como bloques de hormigón. Las tardes en el taller de su padre, los almuerzos con la radio de fondo, los domingos con olor a asado… y