Capítulo — Casco con nombre, corazón con dueño
La mañana en Río de Janeiro amaneció con una brisa suave que traía olor a mar mezclado con café recién hecho. Ricardo pasó a buscarlos temprano, y por primera vez, los cuatro llegaron juntos a la obra: Sol y Bruno en el asiento trasero con Jasmin y Dante iba adelante , con música brasileña de fondo y las risas que iban llenando el viaje.
Apenas bajaron, Sol se adelantó con una bolsa en la mano, esa expresión decidida que Bruno ya conocía y que le advertía que algo había planeado.
—Bueno —dijo, poniéndose en medio de los gemelos como si fuera la maestra de un taller—, primero que nada, se terminó el lío. A cada casco, su nombre.
Sacó un marcador grueso y, con letras grandes, escribió Bruno en uno y Dante en el otro. Les pegó una cinta blanca para remarcarlo, orgullosa de su sistema.
—Listo, problema resuelto —sentenció, cruzándose de brazos.
Jasmín, que observaba divertida, soltó una carcajada.
—Ay, Sol… yo no necesito nada d